Paseando por calles oscuras, en días oscuros, a veces se olvida la luz.
Escondida, está, aunque sólo sea en pequeños puntos brillantes.
Versión 5.0
En Vitoría había una tienda. En esa tienda, querían vender. A mujeres. Ropa, en concreto.
Compraron un maniquí, hecho para vender. Le habían hecho artesanos chinos, con máquinas chinas, junto con miles de maniquíes iguales. Sus hermanos.
Maniquí, reina de la belleza, estereotipo de perfección estética.
Una princesa de cuento.
Y ahí está, condenada a mantenerse firme, soportando la lluvia y el barro, en una huerta. Siendo su fin espantar, por su terrorífico aspecto, a los pájaros.
Las calles se mueven bajo mis pies.
¡Pero si es una puta escalera mecánica!
¡Calla, que ibas muy bien!
Ahora en serio. No suelo hacer fotos de este estilo. Pero me apetecía ver como todo se movía a mi alrededor. Lentamente, pero lo hacía.
Arriba me encontré con un maniquí espantapájaros, pero eso es otra cosa.