Era un atardecer, pero la luna, a tres días de estar llena, ya estaba en lo alto, pequeña y lejana. Por eso sale en la foto.
Yo miré hacia la luna, y mi sombra, la que últimamente no es más que mi retrato, se proyecta en la yerba. Por eso también sale en la foto.
La mitad de la foto es cielo. La otra mitad es tierra.
Yo estoy en la tierra.
Pero la mitad de mi vida es un cielo al que no puedo llegar. Porque mi sombra se arrastra por el suelo.