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Invierno y verano

Venga, improvisemos. Una vez más.

Recuerdo estar en Burgos, ibamos a ver a Goran Bregovic, era Enero, y hacía un frío del carajo. Pero era pronto, así que fuimos a tomar cervezas. Recomiendo ese bar, aunque lo recuerde demasiado vagamente.

Eran tiempos igual de buenos e igual de malos que ahora. Supongo que he vivido más, y tengo peor salud, y todo lo demás, está prácticamente igual. Salvo eso, he vivido más.

Al fondo gente pasando, y gente tomando cervezas. Gente andando y gente sentada viendo pasar la vida. Era sábado, creo. Hacía ese sol de invierno que tanto me gusta. Porque es luz fría. Es luz irónica.

Esto otro es verano. Pero le quito el color, porque quiero que tenga más fuerza. Porque es gritar en un concierto, como tantas veces he fotografiado. Fiestas de verano.

Y cervezas en todas las fotos. Y yo con una en la mano.

De imágenes a través de las imágenes.

De tus ojos a la pantalla que tienes delante. De ahí, al sensor de mi cámara. De ahí, a la pantalla del móvil de la foto. De ahí, a la realidad, que está borrosa. Difusa.

Demasiados filtros que impiden verla tal y como es.

Y cada vez ponemos más.

Burgos. Segunda parte

Voy a empezar y acabar con la misma foto, casi. Dos versiones de la misma. Y lo hago porque sin gustarme demasiado, tampoco sé decidirme. Considero ambas buenas, sin mucho más. 

La primera versión. 

Un viejo va con su perro, un hombre viene. El hombre lleva a un perro, amarrado, al que ignora. El otro va a sus cosas, mirando un no se sabe qué. Aquí hay contraposición entre ambas figuras. Luego contaré cosas en la otra. 

Trabajador.

Así como a veces hay que forzar la imagen para resaltar algo extraordinario, otras hay que dejar lo ordinario tal y como está para que resalte sobre lo demás. 

Sombras.

Siempre hay sombras a contraluz. Con el suelo mojado. Dos personas juntas paseando. 

Catedral.

Frente a la catedral, charlando sin más, mejor que se intuya de fondo, que quienes importan andan al frente. 

Más catedral.

Igual que aquí. 

Y más. 

Y aquí. En las tres, se le da la espalda. A la catedral. Es mobiliario urbano. Es algo que está ahí, perfectamente ignorable desde el 
20 de julio de 1221, cuando se puso la primera piedra. No para todo el mundo, claro está. Peregrinos, políticos, aristócratas, viajeros y amantes de las gárgolas y las vidrieras se fijan en ella. La gente de allí no. Es parte del paisaje. Y como tal, ignorable. 

Café latino

Estatua a la gente de allí, que ignora el paisaje, estando a sus cosas y pasando el rato. Que curiosamente, acaban formando parte de él. Ni una mirada del fumador. 

La Foto

Alguna turista pequeña sí mira. 

Hombre y perro

Volviendo al principio. El viejo va con su perro, pero son uno. En color, porque ha de resaltar su negro. Yéndose de la foto. Sin levantar la cabeza, como en la otra foto.  Levantarla, para qué. Si no hay paisaje que mirar, cuando no se necesita mirar. 

Un transeúnte sin más. 

Burgos. Primera parte.

Dediquémosle un capítulo especial a Burgos. Hace bastante tiempo que hice estas fotos, casi dos años. Mucho tiempo. Pensando en seguir la serie de gentes con otra ciudad más, y con una excusa perfecta, además, intenté hacer lo mismo en la ciudad de la catedral. Sin embargo, he de decir que mi improductividad se puso de manifiesto, y las fotos son escasas, por eso. Veamos. 

Entorno al paisaje

Color oscuro

Empezando por el río, el día estaba nublado. Me gustan los colores profundos, oscuros. Y la vegetación, pese a ser otoño, era más que exuberante. 

Por el río

Poco más adelante, se ve la zona en la anterior foto, 

Prohibido

Hice fotos del paisaje. Aunque el entorno siempre forma parte simbiótica con los protagonistas de las fotos, en esta ocasión me fijé más en las cosas, sobre las personas. Alrededor del río. Al fin y al cabo, el paisaje urbano es especialmente reseñable para mi. 

No voy a eternizar esto, que lleva mucho editarlo. Voy a ir parte a parte, y esta es la primera. Voy a intentar que en las grandes series de fotos ganen protagonismo cada una de ellas, sean o no brillantes. 

Atardeceres

Voy a hacer trampa. En mi idea de dar salida a las doscientas y pico fotos que tengo pendientes de publicar, voy a ir seleccionando, reduciendo la lista, y empezando por lo sencillo. 

Y lo sencillo, lo que todos empezamos a hacer cuando tenemos la cámara nueva, es ir a hacer la foto a un atardecer. A un amanecer es más complicado, es difícil madrugar. Sin mucho más, comentemos. 

Mirad el mar. 

Ese día me fui a Loredo, o por ahí. Realmente no sé como se llama la playa. Está Santander al fondo, que evidentemente no se ve. Pura bruma, la tierra dicen que es plana. 

A mi derecha había una pareja viendo lo mismo que yo. Tengo su foto, para otro día. A la izquierda, unos jubilados. Y unos recién casados de postboda. Pobre vestido, acabó en el agua. Sacrifican mucho por un día así. Ponen tanta ilusión en ello que invariablemente les satisface. Sublima de tal forma que queda grabado a fuego en su memoria, incluso mejor que como fue realmente. Pero da igual, porque cumple su función de punto de inflexión vital. De símbolo de futuro y de unión. Las tradiciones no dejan de ser necesarias, en cierto modo. 

El mar, necesario, refleja el sol. Ni una nube. Es verano, y es muy tarde, sobre las diez. Un clásico imperecedero. 

El Sol

Esta imagen fue buscada. Desde el pico del dobra, sólo hay dos fechas al año, que además coinciden con los equinoccios, en los que el sol se pone exactamente sobre ese pico. En verano, es sol cae al mar. En invierno, sobre los picos de Europa. Es la Pica Peñamellera, 765m de altitud, entre el pueblo de Bores, y el de Mier. A 52,6km en línea recta desde el Dobra. 

Intento subir los equinoccios que hace bueno en busca de un atardecer así. El año pasado lo conseguí. Había muchas nubes, pero tuve la suerte de que se abriese en el momento exacto de la puesta. Así el sol se abre paso entre el resto de montañas altaneras, para mostrar justo la silueta, de la Pica Peñamellera. 

Nubes

Esta es diferente. Como digo, son sólo eso, nubes. Me recuerdan a Turner. Por eso la muestro. Porque tiene cierto aire de magnificencia natural, básico, sencillo, y épico a la vez. Manchas que dejan escapar algún color del interior de la espiral. 

Y nada más. 

Equinoccio

En lontananza, desde arriba, se perfila el skyline de los picos de europa, de brañavieja al mar.

En medio, entre la sierra de Cuera, y las primeras estribaciones de esos picos europeos, nace la silueta de la Pica, de Peñamellera.

Y exactamente, cada equinocio, subiendo al Dobra, al pico,el sol cae, tras el peñasco, escondiéndose del día, que ya le tiene cansado, para acercarse, o alejarse, del mar, en su camino semestral.

Tres días más tarde, el sol, ya desviado, se coló en el manto de nubes, e iluminó su sitio preferido.

Luz naranja sobre fondo azul.

Nubes, segunda parte.

Sí, subí al Dobra, como dije que haría.

He hice fotos del paisaje, de la noche. Fue un bonito atardecer. Lleno de color en el cielo. Entre otras, la que veis. Tan sólo le apliqué un velvia, para potenciar el color.

Y después bajé, de noche, con Trinca.

Colores de la noche

Perdido y deambulando
entre calles rotas de historia y de abandono
de repente, en la oscuridad,
todo fue color.

Árbol retorcido que cobijas de la lluvia,
como el pelo de un calvo a su cabeza,
no te caigas sobre el hombre,
que espera bajo ti.

La Luna y yo.

Era un atardecer, pero la luna, a tres días de estar llena, ya estaba en lo alto, pequeña y lejana. Por eso sale en la foto.

Yo miré hacia la luna, y mi sombra, la que últimamente no es más que mi retrato, se proyecta en la yerba. Por eso también sale en la foto.

La mitad de la foto es cielo. La otra mitad es tierra.

Yo estoy en la tierra.

Pero la mitad de mi vida es un cielo al que no puedo llegar. Porque mi sombra se arrastra por el suelo.

Galicia 2015 – Reflejos – Pontevedra

Cuando te encuentras con una pared pulida, no puedes evitar hacer cosas de estas. Pontevedra tenía una, tenía sol, y yo tenía ganas de darle color a alguna cosa.

Con este casi, o sin casi, despido Pontevedra. Es una ciudad con un encanto muy grande, mucho más grande que su propio tamaño.

Galicia 2015 – Pontevedra – Desayuno

Ana Karenina, desayunando. Con la luz de media mañana, y un colacao.

Por cierto, las estoy mirando. Y son dos formas diferentes de editar y visualizar una misma situación. Los colores son más fieles en la derecha, en la izquierda corregí blancos y le di un tono menos agresivo. Sin embargo, me parece interesante como yo mismo cada vez que me encuentro con una foto, la mir0 o la interpreto de diferentes maneras, ambas válidas.

Monte Dobra – Lago

Lago de medio metro, cielo de medio metro.

Habitación de hotel

En San Sebastián.

A la luz de una ventana, escapando por un día, entre semana, de todo. Ana Karenina

Monte Dobra – Paisajes – Segundo

Más del Dobra.

Pero esto ya no es el Dobra en sí, sino más bien lo que veo desde él.

Monte Dobra – Animales – Primero

Aún subo al Dobra, o la Capía, aunque no tanto como antaño. Antes si que es cierto que lo hacía un poco más. Pero depsués de mucho tiempo haciendo fotos por ahí, cada vez hago menos. Alguna, sí.

Comienzo una pequeña serie de cosas que veo allí, como animales y atardeceres.

Pero no será muy larga. Sí temática. Aquí animales.

 

Viñarock 2015 – Quinto

Gente de mi alrededor, a última hora, ya tirando a medio muertos. Queda menos.

Rolland Merguez en la Calle del Sol

Rolland Merguez tocó en las fiestas de Primavera, creo, de la calle del Sol. Coincidimos. No hacía muy bueno, pero ellos lo eran. Animaron aquello bastante.

Con estas probé unos presets en el lightroom, los he modificado y los uso un poco desde entonces. En color me gusta la viveza. Quizá un poco excesiva para lo que soy yo, pero creo que le da personalidad, aunque este no sea el mejor caso.

Sin más, las fotos.

Un poco de todo

A veces hago cosas sueltas, y no sé muy bien que hacer con ellas.

Paseo con cometas

Paseando, acompañando a grabar a Ana Kareninahaciendo un poco cosas con la cámara.

La Virgen del Mar y el Faro – Tercero

Probando el Helios 58mm f2, que al fin me compré el adaptador, me han salido estas cosas. Éstas son de la segunda parte del paseo que me di el domingo pasado. La primera se publicarán en días venideros.