Miró alrededor y vio un poza cenagosa.
Llena de hojas, verdes, pequeñas.
Huevas de renacuajo en las esquinas.
Aguas marrones y negras.
Trato de ver su reflejo.
Con el sol a la espalda.
Y así, con atención, se fijó.
Sólo vio una sombra asustada.
Sin rostro, ni cara, ni rasgos, ni ropa.
Ni luz. Ni risa.
Sólo el reflejo de su ánimo perdido.
En el mar de fango de la vida.
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