Gato

Tengo un gato, cuyo nombre es Gato.

En realidad es como de nadie. Su historia no es muy compleja. Mi padre fue a arrancar la furgoneta, y oyó un gato maullando. Salió fuera, abrió el motor, metió la mano, y le cogió. Gato mordía y arañaba, así que mi padre le llevó a la parte de atrás del taller. Mientras mi padre se limpiaba la sangre, gato se atrincheró entre los tablones de roble.

Hasta ahora, o casi. Al principio le costó salir del sitio. Si había alguien cerca ni se movía. Ni tratando de sobornarle con comida. Poco tiempo después me di cuenta de que tenía la cola rota. Nunca confía en nadie. Le dejábamos comida, y desaparecía. Lentamente, salía de los tablones, y le veías pasar. A veces le pillabas fuera, te miraba, y echaba a correr escondiéndose de nuevo.

Tiempo después mi padre puso a un cachorro en la parte de atrás del taller. Un mastín pequeño. Pasiega se llama. Les descubrí un día durmiendo juntos, aunque en cuanto me vio, echó a correr. Poco a poco, cogía algo de valentía. Mi padre le abrió la puerta y salió a la calle. Curiosamente, los mastines le ignoraban. Por ello, le hicimos un agujero en la puerta. Sale y entra cuando quiere, y se deja ver, pero aún no hemos podido cogerle.

Le vi el otro día tumbado sobre Niza, la mastina. Con sobre me refiero a encima de. Y sigue vivo.

Y como no le hemos cogido, aún no sabemos si es Gato, o si resulta ser Gata.

Comentarios

Yeamon Kemp dice:

Gato tiene cara de listo. O lista.

Ana Karenina dice:

Siempre será salvaje.

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